jueves, 1 de julio de 2010

3. El peligro que acecha más alla del Tiempo

Estáte prevenido, ya que en todos esos viajes y periplos de la mente o del alma o del espíritu hay grandes y terribles peligros, desconocidos y nunca soñados por los hombres mortales. Sé cauto, para no penetrar demasiado en la negrura y el abismo insondable del vientre del tiempo infinito. Y es que más alla del Comienzo, y al otro lado, mora aquellos de lo que no sospecha el hombre; y allí encontrarás un Reino extraño y amenazador donde acechan horrores ocultos y el Terror caza a la vista de todos sin que nadie pueda verlo; dicha región asombrosa y lóbrega tiene la apariencia y el aspecto de una orilla pálida, gris e indefinida, bañada por la perezosas olas del Tiempo inconmensurable e impensable. Y es allí, en una Luz terrible que está por encima de toda oscuridad, en medio de un profundo Silencio que chilla por encima de todo sonido, donde Ellos se escabullen y merodean con su aspecto horrible, esclavizados con un hambre repugnante e indecible hacia todo lo que es limpio y sano o inmaculado.
Sí, pero está más alla del alcance de mi pluma describir el auténtico y verdadero aspecto de los flacos y famélicos Cazadores, los hambrientos e innombrables Devoradores, aunque en algunos mitos antiguos se les simboliza de manera vaga y ambigua: incluso los griegos de antaño tenían un nombre para ellos, aunque ocultaba y velaba su vileza impura y esencial. ¡Iä! ¡Hastur! Son enjutos y espantosos; y los hombres despiertan en ellos un hambre cósmica; y todo lo que su eco, y su recuerdo. Cuando la Caza ha comenzado son terribles, e igual de tenaces y directos que incansables e inevitables.
Corren y se deslizan por el espacio de los ángulos, de modo furtivo pero sin desviarse de su trayecto, y sin que nada les apacigüe; son Cazadores del Más Allá, y acerca de ellos hay poca cosa que los sabios de los tiempos pasados se atrevieran a escribir para que lo leyeran hombres menos sabios y prudentes que ellos. Porque conocerlos es hacer que sus formas furtivas y descarnadas acechen tus sueños; e incluso soñar con ellos es, como dice Eibon, atraerlas hacia ti. Se deslizan y corren con facilidad por el espacio angulado, y solo pueden avanzar con dificultad por el espacio curvo, del que se compone nuestro universo.


Pasaje sacado de El Libro de las Puertas mencionado en El Necronomicón: la traducción de Dee.
H. P. Lovecraft

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