viernes, 30 de julio de 2010

Nosotros y la Naturaleza

... A las escasas afirmaciones cosechadas hasta entonces por mí en el camino hacia el fin verdadero de mi vida, se agregó ahora esta nueva: la contemplación de estos productos, el abandono a las formas irracionales, singulares y enrevesadas de la Naturaleza, engendra en nosotros un sentimiento de la coincidencia de nuestro interior con la voluntad que las hizo nacer y acaban por parecernos creaciones propias, obra de nuestro capricho; vemos temblar y disolverse las fronteras entre nosotros y la Naturaleza, y conocemos un nuevo estado de ánimo en el que no sabemos ya si las imágenes reflejadas en nuestra retina proceden de impresiones exteriores o interiores. Ninguna otra práctica nos descubre tan fácil y sencillamente como ésta hasta qué punto somos también nosotros creadores y cómo nuestra alma participa siempre en la continua creación del Mundo. Una misma divinidad indivisible actúa en nosotros y en la Naturaleza, y si el mundo exterior desapareciese, cualquiera de nosotros sería capaz de reconstruirlo, pues la montaña y río, el árbol y la hoja, la raíz y la flor, todo lo creado en la Naturaleza, está previamente creado por nosotros, proviene del alma, cuya esencia es eternidad, esencia que escapa a nuestro conocimiento, pero que se nos hace sentir como fuerza amorosa y creadora...



Pasaje sacado de Demian por Hermann Hesse

martes, 13 de julio de 2010

La Cuarta Dimensión

-Algún día -le dije a Jan-, cuando se demuestre que el mundo tiene cuatro dimensiones en vez de solo tres, un hombre podrá salir a dar un paseo y desaparecer porque sí. Sin funerales, sin lágrimas, sin ilusiones, sin cielo ni infierno. La gente estará por ahí sentada y se preguntará <<¿ Qué le ha pasado a George ? >>. Y alguien dirá: Bueno, no sé. Dijo que iba por un paquete de cigarrillos.



Párrafo sacado de Factotum por Charles Bukowski.

jueves, 1 de julio de 2010

3. El peligro que acecha más alla del Tiempo

Estáte prevenido, ya que en todos esos viajes y periplos de la mente o del alma o del espíritu hay grandes y terribles peligros, desconocidos y nunca soñados por los hombres mortales. Sé cauto, para no penetrar demasiado en la negrura y el abismo insondable del vientre del tiempo infinito. Y es que más alla del Comienzo, y al otro lado, mora aquellos de lo que no sospecha el hombre; y allí encontrarás un Reino extraño y amenazador donde acechan horrores ocultos y el Terror caza a la vista de todos sin que nadie pueda verlo; dicha región asombrosa y lóbrega tiene la apariencia y el aspecto de una orilla pálida, gris e indefinida, bañada por la perezosas olas del Tiempo inconmensurable e impensable. Y es allí, en una Luz terrible que está por encima de toda oscuridad, en medio de un profundo Silencio que chilla por encima de todo sonido, donde Ellos se escabullen y merodean con su aspecto horrible, esclavizados con un hambre repugnante e indecible hacia todo lo que es limpio y sano o inmaculado.
Sí, pero está más alla del alcance de mi pluma describir el auténtico y verdadero aspecto de los flacos y famélicos Cazadores, los hambrientos e innombrables Devoradores, aunque en algunos mitos antiguos se les simboliza de manera vaga y ambigua: incluso los griegos de antaño tenían un nombre para ellos, aunque ocultaba y velaba su vileza impura y esencial. ¡Iä! ¡Hastur! Son enjutos y espantosos; y los hombres despiertan en ellos un hambre cósmica; y todo lo que su eco, y su recuerdo. Cuando la Caza ha comenzado son terribles, e igual de tenaces y directos que incansables e inevitables.
Corren y se deslizan por el espacio de los ángulos, de modo furtivo pero sin desviarse de su trayecto, y sin que nada les apacigüe; son Cazadores del Más Allá, y acerca de ellos hay poca cosa que los sabios de los tiempos pasados se atrevieran a escribir para que lo leyeran hombres menos sabios y prudentes que ellos. Porque conocerlos es hacer que sus formas furtivas y descarnadas acechen tus sueños; e incluso soñar con ellos es, como dice Eibon, atraerlas hacia ti. Se deslizan y corren con facilidad por el espacio angulado, y solo pueden avanzar con dificultad por el espacio curvo, del que se compone nuestro universo.


Pasaje sacado de El Libro de las Puertas mencionado en El Necronomicón: la traducción de Dee.
H. P. Lovecraft